Expedición del Corredor Biológico en el Caribe (CBC) y Fundación Albatros Media con el apoyo de ONU Medio Ambiente y la Unión Europea.
Día 1.
Amanece en Santo Domingo, la luz tenue del inicio día tiñe de azul añil las calles del centro histórico. Partimos hacia el lado oeste de la isla, rumbo al lago Enriquillo. Nuestra misión será documentar las especies más representativas del corredor y las acciones de conservación de la biodiversidad con participación de la gente del lugar.
Luego de 3 horas de carretera, bajo un sol que cae a plomo, los bosques de acacias y cactáceas que predominan en el paisaje semidesértico e hipersalino.
Nicasio Viña, al comando de la Secretaria Ejecutiva del CBC (conformado por Cuba, Rep. Dominicana y Haití), quién nos acompañará durante la expedición. De pronto, Nicasio nos anuncia la llegada al espejo de agua salobre, hogar de especies de reptiles fascinantes, como el cocodrilo americano, la jicotea, la culebra corredora, la iguana rinoceronte y la iguana de Ricordi.
Ante nosotros, el lago reluce. Nos llama la atención el paisaje singular. Miles de troncos sin vida se elevan sobre el lago, demostrando el efecto de los ciclos de subida y bajada del nivel de las aguas.
Millones de años atrás, a lo largo del centro del lago Enriquillo, se formó un levantamiento del suelo. A medida que fue bajando el nivel del lago, parte del levantamiento quedo sobre la superficie, dando origen a la isla Cabritos, la Islita y la Barbarita.
La depresión del terreno, donde se extiende el lago, separa dos cordones de montañas. Es que aquí, hace 10.000.000 de años atrás, la depresión que vemos estaba cubierta por las aguas de un canal marino que separaba la actual isla La Española en dos islas. Lo comprobamos al ver kilómetros de campos y cerros cubiertos con incontables restos de corales fósiles que alfombran los suelos aledaños al lago Enriquillo.
Se sabe que, hace unos 6,000 años, el mar Caribe invadió el valle de Neyba, formando una bahía. Casi 5000 años después, millones de toneladas de sedimentos del río Yaque taparon el área dando origen al lago Enriquillo – con 270 km2-, el mayor en extensión de Las Antillas; hogar de una población de cocodrilos americanos que quedaron aislados en el lago cuando se unieron las dos islas para formar la isla La Española, compartida por República Dominicana y Haití.
Llegamos al área protegida al cuidado de los guarda-parques e inmediatamente las iguanas nos rodean; están por todas partes. Las retratamos y seguimos camino por un estrecho sendero flanqueado por cactus y arbustos espinosos hacia una zona donde existen nidos de cocodrilos. Al llegar al sitio, nos asombra el paisaje dramático; una pequeña ensenada de aguas someras donde sobresalen miles de troncos y grandes ramas que se han mineralizado absorbiendo el calcio que abunda en las aguas del lago. En el caprichoso paisaje, grandes cocodrilos y pequeñas crías se observan a lo lejos en los alrededores.
Al caer la tarde, bandadas de garzas vuelan hacia un bosquecillo aledaño para pernoctar. Mañana, acompañados por los guías locales, exploraremos otro sitio donde abundan los reptiles: la isla Cabritos.
Alejandro Balaguer/Fundación Albatros Media