Expedición del Corredor Biológico en el Caribe (CBC) al Parque Nacional Montecristi.
Día 4
Luego de 6 horas de carretera cruzando La Española desde el lago Enriquillo con rumbo a la costa Noroeste de República Dominicana, el equipo expedicionario del CBC y Albatros está ascendiendo por una ladera del Morro de Montecristi para capturar imágenes de la vegetación propia del bosque seco.
Atravesamos un bosquecillo achaparrado con escasas hojas y ramas retorcidas y nos damos de cara con un ecosistema que no muestra intervención, ni huella humana. Espinosas acacias, pastizales y diversos cactus tapizan las colinas del Parque Nacional Montecristi formando un corredor que va desde los manglares hasta las alturas la emblemática montaña.
Dado que el salvaje y tupido matorral cactáceo no nos deja un espacio para continuar, y no hay senderos ni huellas, hemos decidido no seguir subiendo para cuidar a la tenaz y recia vegetación que ha logrado colonizar el reseco suelo a pesar de la escasa agua de lluvia.
Desde la parte media del Morro vemos hacia abajo una imponente barrera de manglares que conectan la montaña con la costa, que se tiñe de dorado a medida que cae la tarde.
Mañana temprano, nos internaremos en los esteros de mangle de Montecristi; navegaremos en ese ecosistema clave que es un tesoro de la naturaleza.
Es que -además de ser una barrera de contención de las mareas y una suerte de riñón que filtra las aguas-, entre las raíces del mangle se refugian peces juveniles. Al llegar el momento, estos se dispersarán fuera del área en un desbordamiento beneficiando a la pesca artesanal. Un servicio valioso del manglar para garantizar la seguridad alimentaria.
(Por Alejandro Balaguer/Fundación Albatros Media)