La Asamblea General de las Naciones Unidas decretó el 31 de agosto como Día Internacional de la Solidaridad, siguiendo la convicción de que el siglo XXI tendría que tener a la solidaridad como uno de los valores fundamentales para las relaciones internacionales.
En la Declaración recuerda que la solidaridad no sólo es un requisito de carácter moral, sino también una condición previa para la eficacia de las políticas de los países y los pueblos. Es una de las garantías de la paz mundial.
Hoy se vive un período de grandes diferencias entre ricos y pobres y el verdadero progreso no se logrará sin la cooperación entre todas las naciones y los pueblos para acabar con la pobreza. Se debe asumir la responsabilidad ante los que no pueden obtener los recursos suficientes para el desarrollo, cuyos derechos humanos y dignidad no se respetan.
Se debe fomentar la solidaridad en todas sus formas, para poder vivir en forma fraterna y en plenitud los derechos y cuidar de ellos.
La solidaridad es uno de los valores humanos más importantes, por el cual todos ayudamos y colaboramos con aquellas personas desfavorecidas, y desde la perspectiva de la protección medioambiental, se convierte en premisa personal y en guía obligatoria para la toma de decisiones institucionales: a nivel local, regional, nacional y, principalmente, internacional.
;»>Ser solidario implica preocuparse por el bienestar de los demás y tomar la elección de actuar y colaborar para conseguirlo.